miércoles, 14 de octubre de 2015

El último toro bravo


Hoy me siento triste. Y siento tristeza a mi alrededor. Mi vida llega a su fin. Pero algo mucho más importante se termina.Hoy por fin nos han derrotado. Han ganado la batalla. Sí, paradojicamente aquellos que decían defendernos han terminado con nosotros. Ya es tarde, demasiado tarde. Ya no hay marcha atrás. Ojalá hubiéramos tenido el don de la palabra para convencerles.

Hoy me siento triste. Veo llorar a la gente en los tendidos. Y yo también lloro. Estas semanas han sido terribles. Mis primos Los Santacoloma. Mis vecinos Los Saltillo y los Albaserrada, todos han sido sacrificados. Todos vamos a morir. Ya no servimos para nada. ¿Para qué mantenernos?. ¿Para qué pastar en la dehesa?. ¿Para que mantenernos vivos?. Todos, sí,  todos han sido llevados al matadero.

Yo sin embargo he tenido el triste orgullo de ser el último en morir en la plaza y aquí estoy con los nuestros, con quienes nos han defendido, con quienes disfrutan y sufren con nosotros. Estos son de los nuestros. No. Los otros no. Los otros no son de los nuestros. Esos no nos quieren.

Estos últimos días he hablado mucho con Manuel (EL Caporal) y me ha dicho que les conoce bien. Que ha visto en sus ojos odio. Odio sí, odio hacía sus semejantes. Me ha dicho que en los últimos años han ido a parar los festejos en que participabamos. Él les ha oído insultar, ha visto sus ojos inyectados en sangre, y ha podido comprobar su intolerancia infinita. Les ha visto erigirse en supuestos defensores nuestros, mientras denigraban a los de su raza. Él me ha dicho sentirse insultado por quienes alardean de una supuesta superioridad moral. Él,  que me ha cuidado como a un hijo, que me ha  llevado a los mejores pastos, que ha curado mis heridas. Él, insultado por nuestros enemigos. Manuel me ha contado que en el tiempo que dura una corrida de toros más de diez millones de animales mueren en el mundo, animales que han vivido en condiciones penosas, que han sido apartados de la madre nada más nacer. A mi me mantuvieron con mi madre hasta que tuve 10 meses, eso no lo puedo olvidar. 

Ya he salido de la plaza ahora llega el final. Es el final de mi raza. Y por eso me siento triste. Muy triste.


Con el deseo de que esto nunca suceda.

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