Un principio científico dejado de lado
El sabio ruso descubridor de los fagocitos Ti Méchnicov, premio Nobel de Medicina en 1908, publicó en 1907 «La prolongación de la juventud». Su sistema de rejuvenecimiento se basaba en la teoría de que la vejez tiene su origen en la autointoxicación, que, poco a poco, va invadiendo células, tejidos y órganos. Mtchnikov pensaba que las putrefacciones en el intestino grueso producían ese envenenamiento. Elaboró la teoría de que produciendo una flora intestinal favorable se evitaban las putrefacciones y, de este modo, la autointoxicación. Recomendaba tomar leches fermentadas (cuajada, yogurt, kéfir,...) como medio de evitar la putrefacción intestinal.
El experimento de un premio Nobel, el famoso cirujano y biólogo francés Alexis Cairel, galardonado con el premio Nobel de Medicina en 1912, llevó a cabo en el Instituto Rockefeller de Nueva York una serie de experimentos que vienen a dar en parte la razón a Méchnikov. Extrajo tejido del corazón de un pollo y logró mantenerlo vivo durante varios años en un medio similar al natural en cuanto a calor y a nutrición. Cuando este medio no era renovado con frecuencia, las células disminuían su actividad, decaían y daban muestras de haber entrado en las condiciones que caracterizaban a la vejez. Se demostró que no bastaba con agregar elementos nutritivos al caldo de cultivo. Era preciso renovarlo. Los desechos de la actividad vital de los tejidos lo iban saturando poco a poco y actuaban como tóxicos que paralizaban la actividad de las células cuando su cantidad pasaba ciertos límites. Al reemplazar el caldo de cultivo por otro, libre de toxinas, las células rejuvenecían y comenzaban a actuar con mucha actividad. La vejez de aquel tejido cardiaco se debía a intoxicación por la acumulación de sus propios residuos metabólicos y su rejuvenecimiento era el resultado de su limpieza, de su desintoxicación.
El agotamiento intoxica. El cuerpo humano mantiene su limpieza interior, con sólo de 4 a 6 litros de sangre circulando continuamente, recogiendo las basuras que eliminan los millones de células que componen los diversos órganos, y descargándola continuamente en el sistema depurativo (hígado, riñón, glándulas sudoríparas, pulmón, mucosa uterina,...). Este admirable mecanismo automático lo realiza el cuerpo continuamente, durante el día y sobre todo durante el reposo nocturno, que no tiene otra cosa que hacer.
En la vida cotidiana este proceso de desintoxicación se ve sobrecargado por la entrada de tóxicos desde el exterior: —a través del aire contaminado, por el humo de los cigarrillos, los tubos de escape de los coches, las fábricas... —a través de las vacunas, medicamentos, tabaco, alcohol, café, té, cacao, drogas moderna, hachís, heroína,...). —a través de las putrefacciones intestinales de que hablaba Méchnikov, que se producen al comer más cantidad de lo que uno es capaz de digerir en dicho momento o por hacer excesivas mezclas o malas combinaciones alimenticias. Llegado el momento de la vida en que el cuerpo es incapaz de recuperar las energías gastadas en las diversas actividades del cuerpo, se instaura el agotamiento que le hace imposible la evacuación de sustancias tóxicas, siendo éste el comienzo de la enfermedad. Todos los factores que atentan a la vida, sea en el campo físico, sea en el campo emocional, desde que venimos al mundo hasta el presente, se interrelacionan y se superponen para llegar a producir la alteración de la salud.
¿Por qué se margina este princpio tan sencillo y sensato? ¿Por qué está tan olvidado en investigaciones y en la práctica médica? A mí se me ocurren estas razones: 1.- A la hora de buscar explicación a las actuales miserias y epidemias que estamos padeciendo (enfermedades mentales, reumas, cáncer, alergias, arteriosclerosis,...) este principio profundamente realista obligaría a meter las narices en la mismísima realidad cotidiana, apuntaría al corazón de nuestra realidad, lo que exigiría un cambio profundo y radical a todos los niveles. 2.- Al ser un principio tan sencillo, permitiría el acceso y el control de la salud a la gente de la calle, lo que restaría poder a la clase médica. 3.- Todo tipo de medicación sería vista con recelo, al ser considerada como una fuente de intoxicación y por tanto de agravamiento del enfermo, lo que sería un fuerte atentado contra los intereses económicos de la potente industria farmacológica (que es la que normalmente subvenciona las investigaciones médicas).
Elle Méchnikov (arriba) y Alexis Carrel abajo
No hay comentarios:
Publicar un comentario